En el mundo de lo espiritual, la búsqueda de seguridad se expresa mediante el deseo de inmortalidad. En cada uno existe el anhelo de seguir siendo permanente, eterno. Esto es lo que prometen todas las religiones, una inmortalidad en el más allá, la cual no es sino una forma de seguridad egoísta. Ahora bien, todo aquél que les promete esta continuidad interesada, egocéntrica, se convierte en la autoridad de ustedes, sean o no conscientes de ello. Miren las diversas religiones del mundo y verán que, desde ese deseo de seguridad propia, de salvación, de continuidad personal, han creado una autoridad sutil y cruel a la que se han esclavizado por completo y que constantemente les mutila el pensamiento, la capacidad de amar.
Ahora bien, para interpretar a esta autoridad, ustedes deben tener mediadores a los que llaman sacerdotes, los que de hecho se convierten en sus explotadores. (Aplausos) Tal vez aplauden demasiado rápidamente, porque son ustedes los que crean a estos explotadores. (Risas, aplausos) Puede ser que algunos no contribuyan a crear estas autoridades espirituales, pero sutilmente, inadvertidamente están creando otras clases de explotadores. Quizá no acudan a un sacerdote, pero esto no significa que no estén explotando o sean explotados.
Donde existe el deseo de seguridad, de certidumbre, tiene que haber una autoridad, y ustedes se entregan por completo a esas personas que prometen guiarlos, ayudarlos a obtener esa seguridad. Así, las religiones de todo el mundo se han convertido en el receptáculo del interés creado, de la creencia organizada y exclusiva. (Aplausos) Señores, ¿puedo sugerir algo? Por favor, no se molesten en aplaudir, ya que es una pérdida de tiempo.
Krishnamurti
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